¿Qué es lo que nos diferencia como seres individuales?
De partida ya me encuentro ante una duda, ¿a quién le planteo la pregunta? ¿A un amigo? ¿quizás a alguien de mi ciudad? ¿de mi país? ¿a un perro vagabundo en una calle al sureste de Bangladesh?
Más o menos, de forma exterior, somos muy parecidos. En la cultura occidental nuestros atuendos dicen ya muy poco de nosotros mismos, nos hemos cargado de un soplo un montón de movimientos y subculturas; la imagen no nos dice nada porque desconfiamos de ella por el simple hecho de que somos incapaces de transmitir nada a través de ésta.
Si desde fuera somos tan parecidos indaguemos en el interior. Si nos paramos a hablar con alguien en la calle lo más probable es que muestre tanto recelo al ser interpelado por un extraño que, al final, por no expresar lo que realmente piensa y por tanto, lo más íntimo de si mismo, descubriremos que las respuestas son espeluznantemente similares entre una persona y otra.
Otorguemos un voto de confianza, avancemos un paso más. Si llegamos a la habitación donde guardamos nuestras dudas, nuestros temores, nuestras esperanzas, nuestras alegrías... lo más probable es que encontremos un vínculo a cada una de las personas con las que las hemos compartido, porque en la mayoría si no hay participantes, hay público.
Si es esto lo que nos diferencia de los demás, estas experiencias, estas sensaciones, ¿qué pasa aquí? ¿qué ocurre con estas personas que cohabitan en nuestros recuerdos compartiendo un pedazo de su existencia con la nuestra? Para mí se hace obvio que una buena parte de lo que nos individualiza es terreno compartido para todos. Entonces, ¿qué ocurre si cierro esa parte de mi yo a alguien en concreto? A fin de cuentas pierde algo de si mismo, ¿no?
Pero lo cierto es que, con el tiempo, nos volvemos menos valientes a la hora de mostrarnos tal y como somos, con lo cual, indirectamente estamos vetando todos los accesos exteriores al fundirnos esa masa gris vital que nos sirve de pantalla contra el mundo. Y si esto es así, todos perdemos una gran parte de nosotros mismos a costa de los demás. Nuestro inherente egoísmo nos llevaría a reprochárselo a los que nos rodean y cerrar aún más si cabe las rutas que llevan a esos recuerdos compartidos y desposeyéndolos de esta forma de lo que los hace únicos.
En resumen, gran parte de nuestra diferenciación reside hoy día en el consenso público, con una curva de campana en función de la cantidad de gente y el ámbito en el que se produce. Nuestra participación en los recuerdos de muy pocas personas pero muy intensos tendría un valor individual equiparable al de alguien que llegara a muchísima gente pero de forma muy superficial.
¿De aquí podría partir la atomización de las masas? No lo sé, pero para evitarlo yo tengo un blog en el que cualquiera puede revisar su pequeña contribución a mi individualidad.
En el hipotético caso de que aún la conserve, claro.
estamos, pero no somos. y aun me pregunto si es correcto que use el plural.
ResponderEliminar"la imagen no nos dice nada porque desconfiamos de ella por el simple hecho de que somos incapaces de transmitir nada a través de ésta"
ResponderEliminar- muy de acuerdo en esto, y eso que la primera impresión que recibimos de una persona es su apariencia, es una manera más de comunicarnos que por desgracia, no siempre acierta con lo que se manifiesta
"al final, por no expresar lo que realmente piensa y por tanto, lo más íntimo de sí mismo, descubriremos que las respuestas son espeluznantemente similares entre una persona y otra"
Pienso que sólo los que juzgan mal temen ser juzgamos mal también, o que han recibido tanto menosprecio que se ocultan hasta estar seguros de poder mostrarse.
Interesante la entrada
En la etiqueta de "Pensamientos" hay divagaciones del estilo, igual son de tu gusto. Si comentas el niño-blogspot, que es mu listo, me avisará por mail, aquí rara vez queda un comentario sin respuesta (excepto los tuyos Delicado).
ResponderEliminarPor lo que leo de tu comentario "no siempre acierta con lo que se manifiesta..." deduzco que piensas que hay veces en la que sí, crees entonces que la ropa que uno lleva puede ayudarte a identificar algún rasgo personal y privado de alguien? Quicir, la mayoría de la gente no se hace la ropa a mano!
Y con respecto a la otra frase, tendría que matizar que aquello que apuntas sería válido en la privacidad de cada uno, pero yo me refiero más bien al grupo-masa o al individuo en un ambiente social.
Es mi opinión, claro, para nada tiene que estar ni siquiera cerca de la verdad.
Me alegra leerte por estos lares Noemi.
No está mal esto de los blogs, de repente se encuentra uno con viejas amistades y eso está bien.
ResponderEliminarEs cierto, pienso que aunque la ropa no la haga uno mismo siempre es la primera línea de contacto comunicativo con otras personas, a parte del gesto y la expresión de la cara. Y claro que "el hábito no hace al monje, pero dice bastante de él" no es lo mismo un benedictino que un dominicano XDDDD, es broma
En orden,
ResponderEliminar1. está genial
2. no te falta razón
3. ¿Batman vestido de Ryoga? No, gracias.
xD
No creo en la individualidad tal cual, de hecho los seres humanos lo primero que hacemos es copiarnos de lo que está haciendo el vecino y si nos gusta hasta nos hacemos dueños de su idea y la exportamos hacia nuestro círculo de amigos. Somos unos envidiosos, añoramos y deseamos lo que tienen nuestros amigos y, si somos lo suficientemente egoístas, hasta somos capaces de robárselo, o al menos intentar hacerlo.
ResponderEliminarEl ser humano es ruín a la par que egocéntrico.
Entonces, storyteller, ¿qué es lo que en tu opinión nos diferencia a unos de otros? ¿la capacidad para robar esas ideas antes que los demás? ¿o para saber seleccionar las ideas que "merecen la pena" ser robadas?
ResponderEliminar¿No crees que los demás penalizan a los que realizan esas prácticas?
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