jueves, agosto 30, 2007

¿Cuántos robles roería un roedor si los roedores royesen robles?


Desde los albores de los juegos para PC ha habido juegos de aventuras. Al principio fueron las aventuras exclusivamente de texto, donde un texto descriptivo nos exponía una situación y nosotros respondíamos a ésta conforme unos comandos que eran tecleados en la parte inferior de la pantalla. Normalmente las opciones eran muy limitadas. Con el tiempo a estas aventuras las acompaña un gráfico de baja calidad que nos mostraba el lugar en el que nos encontrábamos. Todo esto fue evolucionando hasta llegar las aventuras gráficas. Ahí cambió el curso de todo.
La primera compañía en tener un éxito amplio en este campo fue Sierra On-Line con títulos como Leisure Suit Larry, Space Quest, Police Quest o el conocidísimo King's Quest, pero en 1987 surgió la competencia, Lucasfilm Games saltó a la palestra con un juego que causaría sensación Maniac Mansion.
Para los que no lo hayan jugado, Maniac Mansion era una aventura gráfica (AG de aquí en adelante) en la cual un malvado doctor (el dr. Fred) raptaba a Sandy Pantz la animadora del instituto y novia de uno de los protagonistas del juego, Dave. Y digo uno de los protagonistas porque además del susodicho había que elegir a dos amigos más para formar el elenco que se introduciría en la siniestra mansión, llena de momias con tv por cable, tentáculos con aspiraciones a estrella de rock, meteoritos morados megalómanos, hamsters y una motosierra sin gasolina. Parodia de las películas de terror de serie B el juego era todo un reto y a muchos nos hizo pasar tardes tremendamente divertidas en las cual, atascado por no saber cómo coger la dichosa llave que había en la lámpara de araña, te dedicabas a meter al hamster en el microondas y cocinarlo o mucho peor, a meter el tarro con agua, abrir el microondas y ver como tu personaje pasaba a engrosar las filas del cementerio. Cosas que, por cierto, no se podía hacer en la versión de Nintendo. Si queréis saber más al respecto pinchad aquí. Lo más importante es que para este juego Lucasfilm Games desarrolló un sistema específico que después integraría en muchas de sus aventuras gráficas, el SCUMM (Script Utility for Maniac Mansion) con el resabido juego de palabras (scum significa escoria en inglés).
Después de éste vino Zack McKracken, quizás con menos impacto que el anterior. Yo sólo lo ví en inglés y no jugué mucho, por tanto me lo salto. Sin acritud. Tras esto vino Indiana Jones y la Última Cruzada, y Loom. El momento de ruptura, donde se produjo un antes y un después para mí y para muchos fue en 1990. Salía a la luz una AG donde te ponías en el papel de un tipo que aspiraba a convertirse en pirata, llegaba The Secret of Monkey Island.
El que quizás sea el juego más divertido de la historia comenzaba con nuestro protagonista, Guybrush Threepwood (su nombre viene del archivo de imagen del personaje guy.brush, hasta que la mente calenturienta del gran Ron Gilbert decidió darle ese nombre) recién llegado a la isla de Mêlee desea convertirse en un afamado pirata, pero encuentra que, al poco de llegar el malvado pirata fantasma LeChuck ha raptado a la gobernadora Marley (cuando sólo hay un candidato, sólo hay una opción), así que llevado a partes iguales por las ansias de fama y el amor, Guybrush se embarca en un viaje hasta la mítica Monkey Island (repleta de caníbales y monos con tres cabezas) en busca de la base del malvado capitán. Pero lo que quizás era la parte más divertida de todas era la lucha de Guybrush por convertirse en un buen espadachín, y es que, como ya dijo el capitán Smirk, lo importante no es sólo tu habilidad con la espada, sino ser capaz de desarmar al contrario con un comentario mordaz. Y es que nuestro amigo se ve envuelto en el arte de los duelos de insultos, quién no recuerda famosas frases como "yo soy cola, tú pegamento" o "-una vez tuve un perro más listo que tú -te habrá enseñado todo lo que sabes" y es que, aunque muchos no lo crean, la genialidad de estos comentarios vinieron de la mente de uno de los más famosos escritores de ciencia ficción, Orson Scott Card.
Tras Monkey Island vino una secuela tan buena como la primera, seguida por dos partes más donde se echaba de menos el ingenio creativo de Ron Gilbert (así que el hombre decidió abrir un blog). A Maniac Mansion le siguió El día del Tentáculo, desternillante como ninguna, pero tras estas aventuras, y algun coletazo más, el mundo de las aventuras gráficas cambió por completo. Ya andaban por ahí otros juegos, con otros sistemas y con unos gráficos sensiblemente mejores, pero yo, y sé que muchos más, seguiremos añorando los días en los que para controlar el barco tenías que hacer una poción con vino, cereales y cosas así o discutir hasta la saciedad con el vendedor de turno para conseguir un descuento en tu flamante y destartalado nuevo pero usado barco pirata.
Sólo me queda daros el consejo que nos daba el propio Guybrush al finalizar The Secret of Monkey Island.
Nunca pagues más de veinte duros por un videojuego.


miércoles, agosto 29, 2007

La felicidad está en las cosas pequeñas


El rol ha muerto, esa era la frase que se había pronunciado. Tamaña sentencia no se puede decir con impunidad, hay que tener cierta base para afirmar que, lo que nos había unido desde hacía muchos años, había fallecido a causa de sobreingestión de sistemas para idiotas. Alguien generalizó, y entonces generalizamos los tres. Tras una breve discusión sobre las últimas novedades... del año 2000 nos miramos a la cara y comprendimos que era verdad. El café sabía más amargo, el humo del cigarrillo era más molesto que de costumbre. Ambos se abrieron paso a través de mi garganta, no olvidando volver la cara al pasar cerca del corazón, ya no permito a nadie lo mire directamente, y mientras esto sucedía llegó la hora de partir.
De vuelta a casa nada nuevo me esperaba, las mismas caras, los mismos gestos, las mismas expresiones, la misma habitación... la misma soledad. Debería arreglarme un poco, esa noche había quedado para algo. Para hablar, para pasear, para perderme.
Es tarde, ya debería estar aquí. Enciendo un cigarro. Una calada. Otra. Otra. Pasan los coches, mi memoria me la juega de nuevo y soy incapaz de recordar el modelo. Es un coche claro, de eso estoy seguro. Blanco. Otra. Otra. Las caras de los conductores se giran cuando descubren mi mirada posada en ellos. Esa no es. Esa tampoco. Otra. Otra. Otra. Un coche se acerca decelerando. Frena. Agacha la cabeza, me mira, me sonríe, pide disculpas de antemano con los ojos, luego con palabras. Otra. Otra. Al suelo.
Sin tener mucha idea de qué íbamos a hacer ella empieza a conducir. No me gustan mucho los Red Hot Chilly Peppers, pero no me desagradan tanto como para pedir otra cosa. Es agradable la sensación de no saber dónde vas. Que te lleven. Sin obligaciones. Sin decisiones. Para. Aparca.

- Vámonos, ya que estamos aquí demos un paseo.

Cuando la medianoche se acerca, el centro de Málaga se torna un lugar poco más que mágico, especialmente los días entre semana. Las luces de la catedral, las calles semi desiertas, la gente que sale de los restaurantes buscando un lugar donde tomar la última copa... Esta vez decido que no voy a poner ninguna objeción al lugar donde decida ir. Vaya, la tetería cerca del Museo Picasso, no me gusta mucho pero una decisión es una decisión. Pido un moruno frío, ella, tras debatirse entre la limonada o el sorbete de limón se decide por la primera. Llegan las bebidas. El moruno va a ser moruno a secas, nada de hielo, sólo una tetera hirviendo, un pequeño vaso esperando ser de alguna utilidad y una galleta que no me comí.
Tras la acostumbrada comunión de almas los temas se suceden, está siendo una noche realmente agradable, ni las guitarras, ni los acordeones, ni los tipos con extraños colores de pelo han conseguido arruinarla.

- Pago yo, te lo debo por el Nestea, ¿te acuerdas?

Espero fuera, mientras doy cuenta del cuarto cigarrillo, sale, los camareros recogen el lugar, los miro no sin cierta envidia. El camino de vuelta lo pasamos con una charla agradable. Está visto que los intentos de sincronización sólo funcionan mientras que suena una salsa.
Regresamos al coche. Me deja en casa. Y justo cuando estoy abriendo el portal pienso,

- Que noche tan maravillosa.

domingo, agosto 26, 2007

With a little help from my friends


Poco a poco, con cierta timidez, el verano va haciendo las maletas y se dispone a marcharse. Ya han quedado atrás las moragas, las fiestas, la feria y un sin fin de días interminables a causa del calor. ¿Y qué me ha quedado a mí? Un sabor agridulce en los labios, ese amargo de los problemas, ese dulce de las alegrías y la sensación de que me ha faltado algo...

Ha sido un verano estupendo por un lado, desde hace unos meses las noches se han vuelto más divertidas, se ha añadido un valor de improvisación del cual carecían, y he encontrado a gente con la que realmente lo paso bien.

Por otro lado, he pasado por una de las que, con toda probabilidad, ha sido una de las etapas más duras de mi vida. Pero esto no tiene solución. He hecho lo que mejor sé hacer, aguantar como una roca y buscar alguna solución que pueda resolver la situación con los mínimos daños colaterales. No siempre lo consigo, y esta vez ha sido una de esas. La cosa se ha "resuelto" por si sola, aunque más bien se ha aplazado. Lo peor de todo, es que tener esa maldita carga emocional que son los problemas (los de verdad, no que tu jefe tarde un mes en pagarte el finiquito), te suele impedir disfrutar todo lo que quisieras de las situaciones que se te presentan, y demasiado a menudo, incluso darte cuenta de que están suciendo. Ha sido lo único negativo del verano pero a contado por cien problemas.

En otro orden de cosas, ha sido un verano de cambios. El último y más importante para mí ha sido bastante curioso. Tras llevar años ampliando, mejorando y haciendo más férreos mis filtros con las mujeres, una amiga me ha demostrado que el mayor problema que tenía era yo mismo. Sí, ya sé que muchos me lo han dicho antes, pero esta vez ha sido diferente. Todo lo que ha pasado es que le he dado la oportunidad de conocerme. Sólo es eso. Nada más. Increíble.

Ahora toca aplicar lo aprendido, tomar decisiones e intentar arreglar esta vida mía que es un desastre de una vez por todas. Soy consciente de que a veces me falta confianza en mí mismo, pero este verano me he dado cuenta que, cuando eso me falle, puedo recurrir a toda esa gente que confía tanto en mí.

Así que gracias, gracias por estar ahí, gracias por hacerme pasar tan buenos ratos, por escucharme cuando necesité hablar, por hablarme cuando necesité consejo, gracias por llorar, cantar, saltar, bailar, nadar y volar conmigo... ¡¡¡gracias a todos!!!

martes, agosto 21, 2007

Puro Folklore

Ruinas en la Jungla


Procono Salvaje


¿Es que tengo que decir algo más?

domingo, agosto 19, 2007

A veces



A veces hay un mundo entre tus ojos y los míos
y no es fácil cruzarlo en tan sólo ochenta días
las aduanas crecen y los mapas me confunden
cuando tú no me esperas al final de la autopista

A veces nacen mares entre tu boca y la mía
y sus olas salvajes no permiten ni un crucero,
vagando por el puerto de tu ausencia me derrumbo
y cada vez que miro el horizonte está más lejos

Pensar que un día confundimos
los labios, las manos, los brazos
y ahora que sangras no me duele
y ahora que muero no te mueres

A veces hay mil nubes entre tu frente y la mía
y ya no daría nada por saber tus pensamientos
y no es que no me importen pero tampoco me salvan
del tedio que reflejan hace tiempo los espejos

A veces hay un muro entre tus sueños y los míos
un muro invisible que en silencio levantamos
no es que no queden fuerzas para ir a derrumbarlo
es que no quedan ganas ni siquiera de intentarlo

Pensar que un día confundimos
los labios, las manos, los brazos
y ahora que sangras no me duele
y ahora que muero no te mueres

Pensar que un día confundimos
los labios, las manos, los brazos
y ahora que sangras no me duele
y ahora que muero, y ahora que muero
y ahora que muero...

A veces hay un mundo entre tus ojos y los míos
y no es fácil cruzarlo en tan sólo ochenta días
las aduanas crecen y los mapas me confunden
cuando tú no me esperas al final de la autopista

Pensar que un día confundimos
los labios, las manos, los brazos
y ahora que sangras no me duele
y ahora que muero, no te mueres

Pensar...

Y ahora que sangras no me duele
y ahora que muero, y ahora que muero
y ahora que muero, no te mueres.

viernes, agosto 17, 2007

Cera, tralla; caña, leña; bronca, ruido, ¡¡quiero Speed Metal sin piedad!!


Martes, 15 de agosto de 2007, y al final llegó el día en que bajé a la feria...
Salgo de casa, ya voy tarde, breve mensaje: "Para variar en la costumbre, voy a llegar tarde, esperadme", la gente que me rodea no tiene ninguna prisa, han quedado todos juntos fuera de la zona de combate y saben que el centro no cierra. Pasa el tiempo, pasan las calles y el pulso se me acelera, aprieto el paso, si sigo así en breve estaré corriendo. Me relajo, doy unos pasos más tranquilos hasta que recupero el ritmo habitual de llegar tarde, rápido pero sin prisas. Vaya, llegué a tiempo, ¡llegué antes que el mensaje! y aún queda gente por venir, hay tradiciones que nunca deberían ser rotas.
Iniciamos la búsqueda de alcohol, con privilegios claro, alcohol se puede encontrar en cualquier esquina de feria, pero si quieres un sitio tranquilo, cerca de algún lugar donde bailar y que además, la música de dicho lugar te vaya a gustar... bueno, eso ya es harina de otro costal. Andando, andando, pasamos junto a la catedral, la cual dió que hablar con viandantes ajenos al grupo. Simpático comienzo. Bebimos vino, no podía ser de otra manera, la feria hay que empezarla con vino. Entramos donde siempre, escuchamos lo de siempre, hasta que decidimos que era hora de cambiar de lugar. Craso error.
Nos cruzamos brevemente con Mr. Whiskers, Mr. Lizard and Mr. Unknown, pero sólo fue eso, un cruce, tras el cual luchamos por llegar a cualquier bar, la cosa se puso difícil. Los irlandeses nos ofrecieron su clima agradable pero, mientras me mordían el cuello y no dejaban en paz mi pobre trasero (Cami, más tranquilidad por favor), la falta de espacio era considerable. Volvímos a la ruta. Buscamos sitios nuevos. Encontramos un lugar, Botavara (bueno, nada de encontrar, Inma fue quien lo propuso) que no estaba nada mal, pero ya hacía cinco horas que deambulábamos por esos mundos de dios y tiré la toalla, así que iniciamos, al poco de estar allí, el camino de vuelta a casa.

Esta entrada debería acabar aquí.
Por mi salud.
Por vuestra salud.
Es una pena que no sea así.

De vuelta a casa la cosa se reorganiza. De comida + ducha + cama a comida + ducha + real. Qué se le va a hacer... corriendo a por el 4, que me engaña, me deja en la feria. Hablo con Sr. Jas, sustituto del Cancerbero y con Guille, las kroquetas están dentro y aquí no pasa nadie, que esperan el dichoso papel que les dejará abrir de nuevo Demarraje y a nosotros disfrutar del lugar. Así que navego entre las atracciones, las nubes de caramelo, los niños que gritan, los adolescentes con cara de ser la primera vez que salen hasta tan tarde y los hippies que venden sus artículos de marroquinería hasta que recojo a Gabriel. Vuelta al Demarraje, abierto ya, empieza el festival. Largo me entrega la prometida camiseta, una niña (lo siento, a pesar de prometerle lo contrario, no me acuerdo de su nombre) después de llamar mi atención y responder negativamente a la pregunta "¿no te habrás equivocado de persona?" se presenta como la amiga de Esther que estuvo en la moraga de los 300 (alú Gauxi!), poco más puedo hacer fuera de disculparme por olvidar su rostro y su nombre (la cosa no ha mejorado desde entonces). Cambio la camisa fashion (azul plano, pero fashion quedaba bien en la frase) por la camiseta de +3 al sex-appeal, +5 contra las niñas despistadas y +10 con resto de Demarrajeros (una vez al día puede hacerte entrar en el Demarraje sin enseñar el DNI). Armado y dispuesto, engancho a Rafa (por el Nyx lo conoceréis), hasta que arribo al concierto de Delinqüentes, aunque estaba cantando un pobre chaval de Alhaurín al cual, supongo yo, le acaban de matar al perro delante suya, como gritaba el condenado... 2 minutos 35 segundos más tarde estaba fuera. Buscamos esta vez a la familia Trapisonda, y aquí termina la cordura y empiezan los agradecimientos:

- Gracias Li por el tremendo batacazo en el suelo, nos enseñaste como NO hay que hacer las cosas
- Fran casi nos metes en una pelea a la par que empapas de amargo licor al pobre de Rappa, malditos Cangrejos!
- A mí mismo de parte de Rappa, por ser un fondo de recursos y salvarle la noche prestándole la camisa fashion xD
- A los que activaron la barrera de contención cerca del Hendrix... no poder pasar más allá de esta caseta y así no poder llegar a... ese otro tipo de casetas fue toda una pena... seguro.
- Mi hacha hizo tu culo! Mi espada hizo tu ojal!! Gracias Largo!!!!
- Bella Ciao en el Sindicato... porque para qué vamos a variar, ¿verdad?
- Al Barbas por dejarse montar, a Jacinto por pedir que le montara.
- Al Demarraje por pedir el DNI, así pudimos poner la misma cara que los porteros que le piden el suyo a Mai.
- A Germán, por entretener, tan desinteresadamente a Gabriel durante más de dos horas... ya nos podías haber dicho al menos de qué estuviste hablando!
- A Edu y a Samu por ser Edu y Samu... no tengo palabras, snif, no tengo palabras!
- Al vendedor de sombreros, porque soy un cowboy solitario (ahora con sombrero).
- A Juan Alcoba por saberse las canciones de Gigatrón!
- Al Demarraje, por el alcohol, la música (joder Mamá Ladilla, joder!) y la compañía.
- A Lidia, no me había montado en ninguna atracción, pero después de las vueltas que dimos ¿quién pagaría por lo mismo?
- A la amiga de Ángela por no ser quien yo creía que era.
- Y por último, al conductor del autobús por llevarme a casa. Gracias.

Gente, ¡sois lo mejor!

P.D.: Sí, los Bon Jovi se han atrevido a versionar esta canción de Gigatrón.

domingo, agosto 12, 2007

Fading in...


Poco a poco vuelvo a la conciencia, demasiado temprano para que sea sano, anoche hubo de todo, incluso decidieron inaugurar esta feria malagueña que ahora ignoro sin pudor. Cómo se puede tener una resaca tan horrible de cinco cervezas es algo que aún no me explico. De todas formas no sería capaz de entender el proceso de exprimir un limón, así que tampoco me preocupo demasiado. Poco tiempo después estoy sentado frente al ordenador, ya he desayunado (Dios, no puedo ni siquiera recordar qué he comido) y no soy capaz de levantar más de un palmo la persiana, no me faltan las fuerzas pero me apresa el temor de un sol justiciero que sé que si le doy la oportunidad me castigará, así que, medio a oscuras comienzo a oir el suave ronronear del disco duro. Husmeo como un lobo buscando una presa, y encuentro, en alguna carpeta dentro de una carpeta dentro de otra carpeta los primeros números del Marvel: Civil Wars. Los comics en inglés, en la pantalla de 21" CRT con capacidad para iluminar un estadío (un estadío entero de mi vida, no uno de los del fútbol) en tal estado no son sanos, pero ¿qué puede serlo hoy?
-¿Quién manda más tú o mamá?
-¿Que quién manda más? ¿Tienes que preguntarlo? Yo soy el que manda ¡mamá sólo toma las decisiones!

Poderosa Afrodita y el gran Woody Allen hacen que las horas después del almuerzo pase entre frases tan agudas como la ya citada. Este tipo va a llegar lejos... Poco después todo se desvanece, llega la tarde y no encuentro en qué ocupar esta cabeza que parece prestada. How I met your mother, las series agudas pueden conmigo, me rindo, busco los subtítulos por ahí y a reir, que me falta el valor necesario para escapar de la prisión que es este ordenador y su capacidad para intoxicarme sin que tenga que moverme de la silla ha fijado firmemente su presa en mis venas. Pero las risas se acaban y, siguiendo en la línea matutina, empiezo a descubrir el porqué de tanta pasión con Hellblazer. Llega la noche, el pánico, hay que decidir rápido o esa masa blanca y amorfa que es mi cama lanzará sus sábanas contra mí y sin escudo estoy perdido. Ratatouille, esa será la cuerda que me ate y me proteja de ese canto de sirena. Y vaya si me protegió. Esperaba ver una peli cualquiera de Disney, pero estos chicos de Pixar consiguen despertar en mí el interés que se había quedado en el Sin Perdón esperando que le pusieran otro Martini sólo. Las películas de superación personal no siempre suelen cumplir con el objetivo que se les supone, darte ánimos para enfrentarte a las situaciones que esta realidad, armada hasta los dientes, usa como montante contra nosotros, pero Ratatouille lo consigue y no se queda ahí. Divertida, bien hecha, con un guión clásico (esto es con un nivel de originalidad por debajo del 342591) pero que cumple su función y unos personajes con los que es imposible no encandilarse y un final menos previsible que el curso de la película. En resumen, el día que no había comenzado terminaba con una sonrisa de oreja a oreja y de hecho faltó poco para que organizara mi vida y le diera un cambio radical afectado por la subida de adrenalina producida por la película.
Suerte que me acosté enseguida.

martes, agosto 07, 2007

Where streams of whiskey are flowing

Desde pequeñito pensaba que para ser cantante no había que tener buena voz, sino ser arrolladoramente guapo. Después de varios intentos infructuosos de despuntar en este medio realizados en los ultramarinos de mi barrio frente a una multitud de desconocidos y (por desgracia) conocidos, decidí que lo mío no era lo de cantar. Me pasé a la guitarra, en esa época era la envidia de mis colegas, "tío, lo que vas a ligar tocando", "en las moragas vas a triunfar", "eh, bien pensado, a las niñas eso les encanta". Como se puede ver, el mundo de la música, desde Prokofiev, parece haberse convertido en una especide de rito de apareamiento... hasta que, después de pasar mucho tiempo escuchando la voz desgarrada de Shane MacGowan decidí buscar un vídeo del grupo que abanderaba (The Pogues) y verlo en persona.



Pasado el impacto inicial, busqué más vídeos...



Definitavemente SÍ podría haberme dedicado a la canción...

Ya de paso, me gustaría dar un pequeño paseo por algunas de mis canciones favoritas de la música celta y escocesa.

Por ejemplo, Brian Boru, el llamado Ard Ri Na hEireann (Alto Rey de Irlanda) que ha dado pie a muchas canciones y al nombre del arpa que es símbolo nacional de Irlanda. Esta interpretación, de Alan Stivell es de mis favoritas.



En la sección "no puedo más, guárdame esa pinta para mañana" me quedo con esta canción, el clásico "Drunken Sailor" (siento las imágenes pero era la única versión decente en YouTube).



Si realmente os interesa la música celta y escocesa os recomendaría grupos como The Pogues, The Popes, Capercaillie, The Dubliners, Phil Cunningham... hay grandes maravillas escondidas tras discos como Rum, Somody and the Lash, sólo es cuestión de indagar.