Cinco asaltos

Como cada día me preparo, no sólo físicamente, sino mentalmente. Fuera escucho el público rugir, serán las animadoras. Con la bata aún puesta, salgo, mi manager está allí, doce años a mi lado y aún no me ha fallado. Raquel me lleva hasta el ring, donde se va a celebrar este macrocombate. El presentador habla de los patrocinadores, el árbitro sube y presenta al primer boxeador: Mitjana. Varios golpes, un gancho directo y cae rápidamente en la lona, en total no ha durado más que unos pocos asaltos. Raquel me anima, ella también está contenta por el combate, por las victorias que estamos acumulando, siempre es una alegría ver que las cosas funcionan.

Después de un breve descanso, se organiza un todos contra todos, Barbas, Edu, Samu y dos alemanas suben al ring y durante un rato luchamos al Filo. Samu y las alemanas caen pronto... muy pronto, sin saberlo nosotros se han ido a otra cancha... más ancha. En un descanso, vuelvo a hablar con mi manager que me aconseja y le aconsejo sobre otros temas. Barbas y Edu luchan encarnizadamente, a pesar de que el segundo parece estar a punto de tocar la lona varias veces...

El descanso.

Aparece un Zeppelin donde Rocío y Ale nos alegran la noche con algo de música clásica. Hay tensión en el ambiente, se espera que suba un nuevo boxeador, un peso pesado de la noche. Así que decidimos que el mejor ring para ese combate es ese pequeño club llamado Traffic. Antes de llegar sale a nuestro encuentro, la ganas de lucha están en sus ojos, se vé que ha estado combatiendo no hace mucho...

En el lugar el combate se vuelve encarnizado, La pulquería, Piperrak y otros más nos ayudan a mantenernos en pie. Unos desconocidos se suben con nosotros y al ritmo del pogo se crean lazos como sólo se pueden crear en el ring...

Siento que me desvanezco, no puedo más. Los brazos me duelen tras toda la noche, a pesar de los consejos del Barbas para aumentar volumen, después de todo un día entrenando ya no puedo más. Raquel y yo nos miramos, es hora de volver a casa. En este combate no hubo campeones, no hubo perdedores, pero había que hacer recuento de todo lo sucedido y de la pasada temporada, así que, para variar, nos quedamos tras la velada, en la puerta de casa, hablando de los resultados. Los números cuadran, después de mucho, los números cuadran.

Feliz y cansado subo las escaleras de casa, caigo rendido en la cama y un último pensamiento vuela hasta una pequeña ciudad italiana...

Bunbury - El club de los imposibles