Adiós abanico, que llegó el aire

Canción de hoy: No me calientes que me hundo de Extremoduro

Como ya empieza a ser costumbre, después del día después llega la entrada de la última salida.

En mi casa se oyeron llantos, y las lágrimas, como un río imparable, abrieron las puertas y ventanas. Inundado el corazón, ya todo estaba perdido. Fui arrastrado hasta lugares que no conocía pero me encontré al Barbas-sin-tabaco. Así que cogimos un atajo para llegar a ninguna parte, por la Ruta 69 que ya nos conocíamos de antes. Al olor de la cebada nos buscamos al pirata, y en la Village Green nos regalaron una muestra de los placeres más mundanos. Una pena que Javier Ojeda, allí presente, no se arrancará con ningún poema...

Sin remos llegamos al Nyx, un extraño río donde cruzan extrañas almas. Una flor me habló de cantantes y poetas, de lo que pasó y que pasaría, hasta que la noche más corta decidió dar otro rumbo a su vida. El ron y la cerveza harán que acabes mal. Allí, sin previo aviso, fuimos asaltados y raptados. Tras varios giros de cámara para despistar, llegamos al Filo de la noche.

Fue extraña la sensación que sentimos después de encontrarnos nadando por el vasto océano, a ver que estábamos rodeados por nativos de Brobdingnag y unas dríadas que navegaban todos en el barco fantasma del espíritu no-muerto JB.

Me perdí. Viajé hasta mi niñez, volví y regresé de nuevo. Temía la ira de la justificación, pero sólo llegó un ruido sordo a mis oídos. Aún me pregunto, ¿qué será la cobardía? y no encuentro respuesta. No me atéis, que yo no soy Odiseo.

Al final, después de lo más trágico llegó el nuevo día, y JB y yo repusimos fuerzas para afrontar los sueños y pesadillas que nos aguardaban. Ahora todo está más claro, aquí o allí, no es seguro aún... pero está más claro.

Buscádme, a mil millas o más, al norte de mí.