viernes, junio 29, 2007

Una tarde cualquiera


Al igual que en una de las entradas de ese infame blog publicado por el eZcritor ahora estoy sentado en una cafetería. Me han servido un sólo doble con hielo como sólo lo hacen en esos sitios donde el café dispone de carta propia y puedes admirar el elemento bruto tras el cristal de la mesa.

Aunque el aire acondicionado está estropeado rehuyo de la terraza. Me da pánico. Así que me he acomodado en la mesa más cercana a la entrada; desde aquí puedo ver la plaza, tan concurrida, sin formar parte de ella.

Ha entrado una familia de extranjeros, él, ella y la parejita, aún jóvenes... todos. Después de buscar infructuosamente la mesa en el exterior que yo rechazé a la guapa camarera se sientan dentro ocupando dos mesas separadas. Piden la carta de paella, son las ocho y media de la tarde, es comprensible.

La camarera, animada, le hace un gesto juguetón al pequeño. Éste permanece impasible. ¡Maldita sangre fría del extranjero!

La pequeña me mira, me sonríe, ¿qué verá? Quizás relaciona mi falta de pelo con la de su padre y llega a una conclusión equivocada. Estoy fumando, ella todavía vive en ese mundo donde sólo los mayores fuman. Le ofrezco una tierna mirada y tímida se arrebuja en las faldas de su madre. Se levantan, carta en mano, y salen en tropel por la puerta. Han visto una mesa el libre, el objetivo está fijado, no hay pérdidas aceptables.

No han vuelto, tampoco la carta de paellas.

El teléfono suena, la cita de hoy tendrá que ser aplazada, y la espera aquí deja de tener sentido. No quiero engañar a nadie. Es una de esas amigas con las que nunca sucederá nada. Nos conocemos desde hace más de diez años (debe rondar la cosa por los doce) y, a pesar de que es cinco años mayor que yo, guardo tantos secretos suyos como ella guarda míos. La amistad se ha convertido en la última estación, pero las vistas son preciosas y nos quedaremos mucho tiempo.

Esta noche es posible que vuelva a pasar por aquí. La semana que viene comienzo a trabajar de nuevo y no quiero quedarme el último fin de semana de libertad en casa. Con el trabajo vendrán las obligaciones y el estrés, la falta de tiempo y los días libres aprovechados al máximo.

De nuevo visualizo a la familia. Puede que una derrota no fuera aceptable, pero parece ser que una demora sí lo era. Al final consiguieron tanto la mesa que me negué a ocupar como la paella. Comen con avidez. ¿Nadie les ha explicado que las paellas de microondas no son desde luego el sueño de ningún gourmet?

En media hora han pasado por aquí una guitarra y un violín, un acordeón, un montón de películas de dudosa procedencia, discos del mismo lugar, collares, figuras africanas y todos con sus respectivos dueños.

Echo de menos a una pareja que traían a Mozart con su violín y su contrabajo. Alguna vez los sorprendí interprentado el bello Danubio azul de Strauss, y es que la infidelidad se contagia... Me siguen pareciendo una delicia esos intérpretes callejeros, sobre todo los de saxo. Quizás sea por alguna extraña confusión en mi mente de carácter sintáctico. Suelo dejar alguna monedilla principalmente cuando estoy trabajando y tengo efectivo disponible, pero nunca a los que tocan la guitarra... no quiero fomentar la competencia.

Terminados el café y el cigarro es hora de despedirse, de volver a casa y pagar. Recojo el vaso y la copa en la que me han servido. La costumbre ha podido conmigo. La camarera sonriente me da las gracias. Pago religiosamente, dejo algo de propina. La solidaridad con el gremio de hostelería crece en mí cada día.

Me encamino a casa. Tomo el camino de siempre, hoy he andado mucho y no me quedan ánimos para explorar nuevas rutas. Por el camino me acompañan desde Roy Orbison hasta Ricky Martin, y es que en los locales suena ya de todo.

Ha llegado el verano.

5 comentarios:

  1. Que te sea leve la vuelta al trabajo... yo no he tenido un s�lo d�a de paro.

    Echo mucho de menos eso de sentarse a observar y caminar sin ir a ninguna parte (lo que se llama "pasear" y que solo practican los jubilados)

    Besos.

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  2. Ahora que soy trompetista tambien le echaré algunas monedillas a tu saxofonista.
    Por cierto, tienes que ver a un trompeta y un clarinete tocando conjuntamente temas de las Big Band y de paso le echas unas monedillas que amenicen sus interpretaciones. Que te vaya muy bien tu vuelta al curro.

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  3. Caminar...amigo, es lo que nos toca...

    Un saludo!

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  4. Dios Mio has importado a la mujer tirita!

    No te preocupes Robe los dias de vino y rosas estan por llegar.

    Veo que me habeis cuidado bien la ciudad, pero que muy bien...

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