miércoles, agosto 29, 2007

La felicidad está en las cosas pequeñas


El rol ha muerto, esa era la frase que se había pronunciado. Tamaña sentencia no se puede decir con impunidad, hay que tener cierta base para afirmar que, lo que nos había unido desde hacía muchos años, había fallecido a causa de sobreingestión de sistemas para idiotas. Alguien generalizó, y entonces generalizamos los tres. Tras una breve discusión sobre las últimas novedades... del año 2000 nos miramos a la cara y comprendimos que era verdad. El café sabía más amargo, el humo del cigarrillo era más molesto que de costumbre. Ambos se abrieron paso a través de mi garganta, no olvidando volver la cara al pasar cerca del corazón, ya no permito a nadie lo mire directamente, y mientras esto sucedía llegó la hora de partir.
De vuelta a casa nada nuevo me esperaba, las mismas caras, los mismos gestos, las mismas expresiones, la misma habitación... la misma soledad. Debería arreglarme un poco, esa noche había quedado para algo. Para hablar, para pasear, para perderme.
Es tarde, ya debería estar aquí. Enciendo un cigarro. Una calada. Otra. Otra. Pasan los coches, mi memoria me la juega de nuevo y soy incapaz de recordar el modelo. Es un coche claro, de eso estoy seguro. Blanco. Otra. Otra. Las caras de los conductores se giran cuando descubren mi mirada posada en ellos. Esa no es. Esa tampoco. Otra. Otra. Otra. Un coche se acerca decelerando. Frena. Agacha la cabeza, me mira, me sonríe, pide disculpas de antemano con los ojos, luego con palabras. Otra. Otra. Al suelo.
Sin tener mucha idea de qué íbamos a hacer ella empieza a conducir. No me gustan mucho los Red Hot Chilly Peppers, pero no me desagradan tanto como para pedir otra cosa. Es agradable la sensación de no saber dónde vas. Que te lleven. Sin obligaciones. Sin decisiones. Para. Aparca.

- Vámonos, ya que estamos aquí demos un paseo.

Cuando la medianoche se acerca, el centro de Málaga se torna un lugar poco más que mágico, especialmente los días entre semana. Las luces de la catedral, las calles semi desiertas, la gente que sale de los restaurantes buscando un lugar donde tomar la última copa... Esta vez decido que no voy a poner ninguna objeción al lugar donde decida ir. Vaya, la tetería cerca del Museo Picasso, no me gusta mucho pero una decisión es una decisión. Pido un moruno frío, ella, tras debatirse entre la limonada o el sorbete de limón se decide por la primera. Llegan las bebidas. El moruno va a ser moruno a secas, nada de hielo, sólo una tetera hirviendo, un pequeño vaso esperando ser de alguna utilidad y una galleta que no me comí.
Tras la acostumbrada comunión de almas los temas se suceden, está siendo una noche realmente agradable, ni las guitarras, ni los acordeones, ni los tipos con extraños colores de pelo han conseguido arruinarla.

- Pago yo, te lo debo por el Nestea, ¿te acuerdas?

Espero fuera, mientras doy cuenta del cuarto cigarrillo, sale, los camareros recogen el lugar, los miro no sin cierta envidia. El camino de vuelta lo pasamos con una charla agradable. Está visto que los intentos de sincronización sólo funcionan mientras que suena una salsa.
Regresamos al coche. Me deja en casa. Y justo cuando estoy abriendo el portal pienso,

- Que noche tan maravillosa.

3 comentarios:

  1. No sabes cuanto me alegro de haber contribuido a que una noche tan simple haya sido especial. Es cierto que la felicidad está en las pequeñas cosas. Ya lo decías anoche, hemos llegado al punto en que incluso estamos de acuerdo :P

    Para mí también fue una noche muy agradable, conseguiste que me olvidara de todo, de la incertidumbre que acecha mi vida en estos momentos, de los miedos y dudas. Por primera vez en mucho tiempo fui capaz de respirar el aire de la noche, ver los colores que iluminan la ciudad y disfrutar de todo sin pensar en nada más.

    Gracias por ser mi cómplice y amigo durante estos 7 años.

    Un beso,
    ELLA.

    ResponderEliminar
  2. Seriamente, los vasoconstrictores (cafeina y teina) se ve que tienen en ti un efecto secundario inesperado...activan tu glándula escritora y te ponen más tierno que un jurado de miss españa coja...jaus

    Lástima que esos efectos no duren más de 15 minutos y siempre regreses a tu habitual personalidad de macarra con pintas.

    ai love iuuuuuuuuuuuuuuuuuu

    ResponderEliminar
  3. Como asiduo columnista de tu blog, he de guardarme mi comentario trompetero por desconocimiento de esta historia con lo que creo adivinar que es una fémina.

    Aunque mi comentario sería parecido al de de oneyed-jack. ;P
    Un saludo,

    ResponderEliminar