Desde que tengo memoria, los veranos han sido para mí temporada de letargo. Si pienso sobre ello llego a la conclusión de que proviene de la época del colegio. Entonces yo era un niño poco sociable, tenía un círculo de amigos muy reducido y me costaba horrores ampliarlo; durante los meses que duraba el curso académico, por contra, mis compañeros de clase no tenían más remedio que incluirme en muchas de sus actividades, mis vecinos no se iba a otras ciudades y el barrio, de alguna manera, se convertía en un entorno más agradable para mí.
Con el paso del tiempo me aficioné a leer durante los interminables meses que duraba el verano. Sólo tengo que cerrar los ojos para verme en el sillón de mi antiguo salón, que se encontraba de espaldas a la diminuta terraza (con vistas a la parte trasera de un enorme garaje privado pero una fuente de luz blanca), con la espalda sobre un apoya brazos y los pies colgando en el otro mientras leo el primer volumen de El señor de los anillos.
Por otro lado, la playa y la mayoría de actividades al aire libre nunca han sido mi fuerte y mi hobby, los juegos de rol, necesita de una habitación tranquila, aunque eso se haya sustituido en incontables ocasiones por lugares tan variopintos como el exterior del Centro Cívico, el césped de la pista de atletismo del polideportivo de Carranque o incluso la propia estación de autobuses...
También es curioso que la mayoría de mis relaciones hayan empezado en los primeros meses del otoño, pero quiero creer que esa coincidencia es algo meramente fortuito.
Si repaso mis últimos veranos... no han sido desastrosos, pero no guardo apenas ningún recuerdo que los haga memorables, a diferencia del resto del año.
El verano pasado fue una excepción. Sólo podría calificarlo de intenso. Este, por contra y para mi satisfacción, está siendo muy tranquilo. He vuelto a ese sopor que tanto me agrada, me he librado de la mayor parte de mis demonios y poco a poco se van quedando atrás las cadenas que tanto tiempo me han atado. Sé, con total certeza, que aún no he eliminado esos arranques melodramáticos que me permito de cuando en cuando y que siguen, aun a día de hoy, sonando como berrinches; esas fugas de pasión han pasado a ser artificios para los últimos pasos que me quedan.
a mí de chica con los veranos me pasaba igual. Desde hace muchos años son lo mejor y lo más apasionante, creo que desde que trabajo. Siempre es la época en la que salgo más y me gusta el calor por la noche. Sobre lo de las relaciones en otoño, vete preparando entonces, no? que se acerca ya. Aunque vas a leer esto mucho después de que ocurra, te llamo esta noche. La Vane.
ResponderEliminarPD: con este nuevo diseño no sé cómo registrame con gmail, quizás sale cuando lo mande y... siempre me sale una ventana pa que me identifique con el twitter,agggg. será por el mozilla?