Llevo unos días realziando un curso de la CEU San Pablo, La interactividad en el aula: la web 2.0 y otros usos avanzados. Suena genial, ¿verdad? Suena tan bien como otros cursos que hay, homologados por el Ministerio de Educación y Ciencia, que a los opositores como yo nos dan créditos convertibles en fracciones de puntos en las susodichas oposiciones.
No puedo parar de pensar, desde que lo he comenzado, que estoy pagando por esos créditos. Supongo que si ya has hecho alguno de éstos sabrás de lo que hablo. Una transacción directa, yo te doy algo más de 100€ y tú me das algo más de 100 créditos (en mi caso, y según la última convocatoria, 0,5 puntos). ¿Por qué pienso así? Porque el contenido es risible. No digo que en concreto los cursos de la CEU sean malos, digo que en general, los cursos a los que tengo acceso no entrañan ninguna dificultad, ningún reto.
Es probable que esta sensación esté tan presente en mí porque el único curso atractivo que encontré lidiaba con temas que ya conocía de antemano (como qué es un teclado), pero quería algo más. Si tengo que enfrentarme a unas oposiciones que son meramente un ejercicio de memoria, en las que la valoración es tan subjetiva que la gente no se suele atrever a ponerse los piercings que lleva a diario, esconde sus tatuajes, en las que me puntuan de igual forma un curso que bien podría haber terminado en cinco horas de la misma forma que cinco años estudiando un idioma en la EOI al menos, y digo al menos, la formación previa que se exige para conseguir arañar esos pocos puntos que tanta diferencia pueden marcar (cuatro en total, cuatro sumados a tu calificación) podía tener alguna sustancia, ¿no?
Igual es que no he dejado de ser ese soñador que alucinaba con Freinet.
Los titulos aqui en españa jamas han reflejado el conocimiento real, por eso en las empresas valoran tanto la experiencia anterior, una lastima que el sistema de puntos no funcione bien...
ResponderEliminar