martes, junio 30, 2009

Tomemos las calles

Siento que vivo de prestado. Esta ciudad no es mía por más que pago los impuestos, las calles no son mías y mi casa, para no variar, tampoco es mía. Esta estúpida reflexión me ha hecho pensar en lo libres que somos en el campo (cuanta razón tenían Blur), en la calle es ilegal realizar cualquier acto que conlleve una excreción de sustancias orgánicas de nuestro cuerpo, lo cual me lleva directo a razonar, con la tranquilidad del que sabe no se aleja mucho de dar en el clavo, que las ciudades las hicimos para los coches, los edificios o esa extraña raza de Arcturus-3.

Si tengo una urgencia no puedo orinar en la calle porque es ilegal, es obvio que de defecar ni hablamos; si decido que hay que aumentar las canteras del Málaga con un nuevo alevín no puedo ponerlo en práctica en la calle, ni en la calle ni en la playa ni en ningún sitio excepto el sitio ese donde me dejan dormir, y sea dicho de paso, sí que podría parirlo dado el caso... No lo entiendo muy bien, todo este asunto legal me marea. ¿Para quién hicimos las ciudades? ¿Para que los hermanos cofrades tengan por donde pasear sus tronos? ¿Para que nos cobren impuestos por cada palmo de calle (y varias veces por el mismo si queremos aparcar)? Desde luego no las hicimos para los sucios borrachos que vomitan cada noche, los que orinan en las esquinas y los que, llenos de perversión y lujuria, fornican en estrechas calles a la vista de cualquier pequeño que frecuente la calle a eso de las 5 a.m. Ya hemos dejado claro que de reunirse en las calles nada, eso de beber juntitos sin ocupar los asientos establecidos por los establecimientos del establishment se acabó; no puedo entender por qué el gobierno me cobra por aparcar en una calle que he pagado yo, por qué los comercios tienen derecho a un trocito de calle y yo, que llevo muchos más años aquí, no puedo ni sentarme en la acera sin que venga un señor disfrazado de Papá Pitufo a decirme que me mueva; de consumir sustancias ilegales ya... vamos, para eso están la mitad de los bares por la noche, con sus baños habilitados para tales efectos (ya sea el consumo o la preparación para los más torpes) así que vuelvo otra vez, y las que hagan falta...

¿Para quién hemos hecho las ciudades?

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